Francisco Magallón - FOTOGRAFÍA DE VIAJE Francisco Magallón - FOTOGRAFÍA DE VIAJE

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TERREMOTO DE PISCO (Perú)

4 septiembre 2009 Fotos: 40

Un seísmo de grado ocho dejó tras él, en un minuto, más de quinientos muertos y dos mil heridos en una de las regiones más pobres del Perú. 


“Un chaleco gris plomo y camisa…, un señor alto de raza morena…, pantalón negro….” Hay quienes escuchan en grupos con el deseo de no confirmar la terrible posibilidad, quien se agrupa en hogueras, en una ciudad oscura, esperando, tan solo, que amanezca pronto.


Entre cascotes, polvo y restos de adobe, desesperadamente, la ayuda internacional intenta rescatar a los, cada vez menos, posibles supervivientes.  Se comparten camas, se improvisa la atención a las personas heridas… la ayuda es lenta.  El ejército controla que quienes llegaron a perder hasta dieciocho miembros de su familia, no desesperen.   Réplicas y delincuentes… Seiscientos presos que escaparon tras el terremoto se refugian ahora en “La Pascana”, un barrio marginal donde conviven de forma natural la droga y la violencia.


Mientras, se forman enormes filas de personas heridas, gente sin alimentos ni agua…, gente aturdida tras la fuerte sacudida. En unos minutos perdieron hasta lo más básico. Sus casas, con cimientos construidos sobre la arena, fueron incapaces de resistir y sucumbieron bajo el polvo. 


Pisco se convirtió en un teatro donde las escenas desgarradoras se repetían continuamente: personas deambulando, dolor público, cuerpos sin reconocer y un penetrante olor a muerte junto a escombros imposibles de excavar.


Al amanecer, entre polvo y piedras, buscan lo poco que queda de sus hogares antes de que comiencen los saqueos. En el fondo, entre réplicas y nuevas sacudidas, aún esperan el milagro que les devuelva aquella realidad perdida. En Pisco, sin embargo, ni los muertos descansan en paz.


 

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